viernes, 17 de julio de 2015

Cortázar y Alanis Borrego

https://youtu.be/nYuBxMIEuOk

Collage de la experiencia con la lectura de Cortázar. Emilia Saidón

http://es.padlet.com/3ero2daliceo/h4i3ro774vaw

Mural cortázar: Ivan Valerga y Lucas Zyszkowicz

Mural Cortàzar: Alanis Borrego y Sofia Luna

http://linoit.com/users/sofialuu/canvases/Mural

Trabajo Grupal: Cortázar -Cynthia Mendez, Clara Laurito y Juliana Gramon Vidal

http://julianacynthiaclara.edu.glogster.com/julio-cortzar/

Cortázar y Juliana Gramon Vidal


Mural sobre Cortázar de Cambón, Corvalán, y Vecchione

http://cejas.edu.glogster.com/glog-literatura/

Cortázar y Leandro Corvalán Salguero

Cortazar y yo Lucas. C

http://youtu.be/LZC6t0loNMA.

Graciela, dejo el link aca y pido perdon que no pude poner el video, por alguna razon no me dejo subirlo entonces dejo el link de youtube del audio que subi para poder dejar el trabajo.

Cortazar y Gabriel Vicondoa

https://www.youtube.com/watch?v=_rg4VBFZV58

Mural Cortázar- Valentina Antuñano y Agustina C. Montañez

http://linoit.com/users/COSMICAS/canvases/Cort%C3%A1zar

Cortázar y Emilia

Cortázar y Lucas Zyszkowicz

Mural sobre Circe de Quiroga Paula y Leon Dieguez Ayelen


http://linoit.com/users/Pauchulis/canvases/No%20todo%20es%20lo%20que%20parece

Cortázar y Sofía Luna


Cortázar y Sofía Luna

Un Cafecito Con Cortazar

Hola, antes de que escuchen este audio aviso que surgieron varias complicaciones tecnicas y tuve que hacerlo 3 veces y una parte que habia quedado muy bien no la pude recuperar, pero hacer este trabajo fue muy divertido, incluso aunque el producto pueda tener sus falencias, un agradecimiento a Marina mi hermana que hizo la voz de narradora, lamentablemente no tuve un cortazar y quise cambiar un poco mi voz para grabarlo pero me trababa y termine haciendo 2 voces casi identicas.

mural sobre cortazar peque, monello, begueri

http://linoit.com/users/catapeque/canvases/cortazar

Cortazar trabajo en grupo-Robles-Vicondoa

http://vicondoabogazzi.edu.glogster.com/cortazar-trabajo-en-grupo/

Cortázar e Iván Valerga



Cortazar y Catalina Peque

yo lo hice en formato de cuento

https://youtu.be/J3Nw3PfXjsc

domingo, 12 de julio de 2015

Renacer en septiembre



Mirando al horizonte bajaba apresurado por la colina, las piernas se movían sin cesar sin que él lo ordenara. El tambor de su pecho batía con vértigo enloquecido, las pulsaciones se aceleraban sin pausa, cada vez estaba más y más cerca. La emoción y una alegría salvaje inundaban su cuerpo de un calor abrasador que lo protegía del frío del fin del invierno. Pero su mente estaba clara, tranquila, fija en su niñez como en una fotografía de álbum. Su madre calentaba la casa con un horno de barro construido por su padre, mientras éste lo entretenía con leyendas de su pueblo, y ambos, sin mirar limpiaban la fruta para llevar mañana al mercado. La carrera hacia el pasado seguía raudamente. Nada lo podía detener, ni siquiera el fuerte e incesante viento que chocaba ferozmente con su recio cuerpo que se encontraba herido después de la guerra.

Mientras se precipitaba hacia el hogar, el paisaje desolado, los prados descuidados, creaban la engañosa sensación de que volvía en pleno invierno cuando todos se resguardan en sus casas.

Luego de la intensa corrida, llegó a destino. El panorama era desolador, la suciedad, el polvo y el hollín plagaban el aire que se tornaba irrespirable, las calles estaban vacías, sólo había ruinas de lo que alguna vez fueron casas.

Cuando las lágrimas dejaron de caer sobre su rostro abatido y desfigurado pudo mirar más lejos, más allá de las tristes ruinas del ahora.
Su padre en su lecho de muerte, cansado, empequeñecido, pero digno, indomable y confiado como siempre. Su padre mientras agarraba una pera y decía: “Cuando pierdes todo lo que conseguiste, solo te queda volver a empezar”.

Siguió caminando entre los escombros pero su paso ya era otro, más enérgico y vivaz. Sacó una fruta, hambriento, la comió y ya todo parecía normal. Ya era momento de iniciar de vuelta. Dejó sin comer parte de la pulpa de la fruta, dejó caer las semillas y las enterró con la pulpa remanente. No faltarían árboles en el nuevo poblado en donde la vida comenzaría de nuevo.

Autores: Lucas Cambón, Julián Vecchione, y Leandro Corvalán Salguero.

Cuento con imágenes Alanis Borrego y Clara Laurito


Portal a la libertad:

Tras una larga caminata para despejar mi cabeza de los nervios que sentía, en un día de primavera, percibí una figura que se formaba a lo lejos. Era Hakahama. Me dijo que tenía algo para mí: un fruto que acabaría con todos mis problemas. Acepté sin pensarlo. Al tercer mordisco, percibí que algo faltaba en mi interior. Sentí mi alma dejando mi cuerpo poco a poco y la vi a ella sonriéndome junto a mis hijos que jugaban en una Ítaca colorida, bajo el cielo plenamente azul y el sol radiante. Nunca dejé de sentir el cansancio de un arduo día de trabajo en la herrería. Me acerqué lentamente hacia ellos para abrazarlos, como lo hacía todos los días al regresar a mi hogar, pero al tocarlos desaparecieron al igual que todo. Volví a morder el fruto pero ellos ya no aparecían, simplemente todo seguía igual. Me di vuelta para preguntarle al hechicero qué es lo que había pasado, pero ya no estaba. En su lugar, había un manuscrito que decía que ese fruto me ayudaría a tener valor para pelear contra el mal y así ayudar y proteger a los dioses. Pero ¿quién me aseguraba que los dioses me protegerían a mí? ¿Quién me aseguraba que esos dioses existían? ¿Estaba dispuesto a arriesgar mi vida por algo o alguien que no estaba seguro de que fuera real? A la mañana siguiente, luego de afilar mi espada, me marché sin despedirme de mi familia hacia el lugar de reclutamiento. Una semana después me vi literalmente entre la espada y la pared y me pareció el momento justo para terminar el fruto y ver por última vez a mi amada familia. Allí estaban de nuevo: los veo desde la ventana de mi habitación disfrutando de una mañana de sol. Bajo por las escaleras y salgo al jardín con árboles en los que mis hijos, con algo de temo, trepan. Me uno al juego y siento que tengo una eternidad por delante que voy a dedicar exclusivamente a mi familia y mi trabajo. Una gran satisfacción invade mi cuerpo y sé que quiero quedarme en este hermoso instante para siempre

Cuento con imágenes. Mara Tolosa, Valentina Antuñano, Francisco Gordoy Emilia Saidón.



                                                                    Semillas 

Pensativo, Heros, se encuentra en las afueras de Arabis. Ciudad mágica, perdida en el desierto. Está exiliado, prófugo de sus propios súbditos. Con tan solo sus ropajes y su espada, saborea un fruto del desierto. Ahora, solo camina, sin destino alguno, alejándose de la ciudad, su ciudad, la que en algún momento fue suya.
 Llegada la noche, tratando de racionar los frutos lo más posible, encuentra un oasis. Carga agua y deja caer las semillas de lo que fue su cena. Sigue su camino. Era largo y no dejaba distinguir Norte y Sur. Sus pasos tomaban un rumbo indefinido. 
 El cansancio se apoderó de él y su imaginación comenzó a volar. Arabis apareció en sus sueños. Los olores eran casi reales, las cúpulas brillaban con la luz del mediodía. Pensando en este sol, su cuerpo comenzó a sentir una sensación de ardor, y el matutino febo, lo despertó. Continuo camino, con la esperanza de encontrar algo. Sus deseos fueron cumplidos. Un hombre apareció en el horizonte. Se encontraba sentado bajo los rayos del sol. Su aspecto era de un anciano pero su estatura no llegaba a la de un niño. A pesar de su miedo, se acercó y saludó al extraño. Su primer gesto fue apubullado de preguntas, a las que Heros contestó tímidamente. Cuando la conversación empezó a fluir, le contó acerca de su ciudad y su fruto característico. Aparecieron recuerdos, nostalgia.
 La luna llena se reflejaba en los ojos del visitante, el que le ofrece una fruta. Extrañado de su aspecto, desconfió del hombre. El color rojo que la caracterizaba hizo asociarla con el veneno. Aún así temió no aceptarla. Cuando le iba a agradecer, levantó la vista y el personaje ya no estaba.  En su lugar, un árbol pelado.

El viajero audaz.

El viajero audaz

Sentado en el patio de mi casa recuerdo que hace diez años atrás un día de mucho sol y calor como el de hoy, decidí abandonar mi ciudad para conocer nuevos lugares.
Partí camino al desierto sabiendo que al atravesarlo me encontraría con otra ciudad importante, que muchos caminantes me habían hablado de ella. Con la idea de explorar nuevos rumbos me encontré que el desierto abarcaba varios kilómetros y no tenía mucha experiencia caminando largas distancias. Decidí atravesar el páramo pero mi error fue no llevar ningún tipo de provisiones, solo un palo para ayudarme a caminar.
El perro se acercó a mi piernas y me dio un lenguetazo en la cara, tenia un olor inmundo, recordé que tenia que bañarlo. Lo aparté de mi lado y lo obligue a sentarse con una rígida señal de mi mano.
Estando a mitad del trayecto, bajo un sol abrazador que hacía que la arena quemara, mis fuerzas se fueron rápidamente, necesitaba tomar agua, ya no sabía que hacer, estaba lejos para regresar y me faltaba mucho para llegar a destino. Sin agua, sin comida, sin nadie a quién pedir ayuda, mi esperanza desaparecía, estaba confundido por lo difícil del camino y el exceso de calor.
Decidí descansar, en eso mis ojos vieron a una persona que al acercarse le pedí que me ayudara. Era un viejo que tenía un fruto en la mano, este me lo ofreció al ver que no llevaba nada para hidratarme y me dijo que iba a ser mi salvación, lo tomé de inmediato y lo comí , las semillas caían sobre la arena, le agradecí y continué con el viaje. De pronto comencé a sentirme mal, sentía que mi corazón latía rápido, la vista se me nublaba, estaba muy transpirado y a los pocos segundos me desmayé.
Tocaron el timbre, seguramente era mi suegra como todos los malditos domingos del año. Le grité a Rosa que fuera a abrirle pero nadie contestó. Me levante pesadamente con cara de pocos amigos en mi rostro, empapado en sudor y fui a su encuentro.
Gracias al cielo no era mi suegra, sino el canillita que tiró el diario y se fue. Me recosté en el sillón del salón pasando mi brazo por encima de los ojos.
Cuando desperté no podía creer lo que estaba viendo, muchos árboles frutales habían crecido por aquellas semillas que habían caído al piso y eso fue mi ayuda para continuar el camino. Traté de buscar al anciano para agradecerle lo que había hecho por mí, pero no lo encontré.
Logré llegar hasta la otra ciudad, a pesar de los problemas que había tenido.

Me levanté algo confundido pero con una sonrisa en mi rostro al recordar aquel viaje de rebeldía y reflexioné que me había servido de experiencia, que volvería a realizarlo pero en compañía y con todo lo necesario que requiere semejante travesía.

         
Integrantes: Germán Lecherbauer, Ivan Valerga, Tomas Moreira y Camila Robles.

Una aldea, un fruto y un sueño.

    Era una noche de luna llena; hacía frío, me tape y trate de descansar, ya que había estado un largo tiempo caminando. No podía dormir ya que sentía un gran dolor a causa de la mordida de una víbora venenosa. Entonces para lograrlo, me puse a recordar la aldea en la que vivía con mis padres cuando era niño.
    Atravesé momentos que marcaron mi vida. Perdí a mi madre y desde entonces se fortaleció el lazo con mi padre.
    En mi adolescencia, nuestra situación económica empeoró. Una tarde de invierno, mi padre hizo prometerle, que si debíamos dejar la aldea, algún día regresaríamos a nuestro hogar. Después de esas palabras, unos hombres llegaron y se lo llevaron. No volví a verlo.
    Mi recuerdo fue interrumpido por el hambre que sentía. Me levanté y continué con mi viaje. Fue así como llegué a un camino desértico, donde a lo lejos vi un hombre con una túnica negra que cubría todo su cuerpo. Cuando me acerqué, su rostro era una calavera y me aterroricé.
    Él no emitió sonido alguno, solo me ofreció un fruto desconocido al cual no pude resistirme; estaba hambriento.
- ¿Por qué me lo ofrecés?
- Sos el indicado. Él te ayudará a llegar a tu destino, pero a cambio deberás darme tu alma.
    Luego de morderlo, este ser espeluznante desapareció y fue entonces cuando me desperté sobresaltado.
    Al abrir los ojos, me di cuenta que estaba en mi aldea. No era como la recordaba; quise irme, pero no pude.
    Me sentí atrapado, la muerte me rondaba.


Integrantes: León Diéguez Nazareth, Mariani Victoria, Quiroga Paula, Vera Sofía.

Cuento con imágenes, Mendez, Gramon Vidal y Luna.

El camino de Ali

Ali, un guerrero muy popular entre los árabes, era reconocido no solamente por ser un gran luchador sino también por ser un alma bondadosa.
Luego de un tiempo de paz, Arabia se encontraba en peligro por la guerra, pero como siempre, él luchó en su defensa y logró ser victorioso.
Desde ese momento, nunca más se le volvió a ver, pero aunque nadie lo supiera, él estaba perdido en el medio del desierto en busca del camino a su hogar.
Los días pasaban y Ali no se rendía, recorría todo el desierto sin parar y después de tanto caminar y sin encontrar el camino que lo llevara a casa, Ali cayó rendido sin fuerza en la arena, no podía seguir, se sentía cansado y débil, no dejaba de pensar cuánto extrañaba a su pueblo, ya había perdido el optimismo de volver. Imágenes de aquel lugar invadía su mente, cerró los ojos lentamente dejándose llevar por esos recuerdos mientras sus ojos visualizaban un oasis a unos pocos metros de él.
  Se levantó como pudo, y se dirigió a aquel lugar con agua. Al llegar a esta miró hacia a su alrededor y camino hacia el lago. Un pequeño niño se reflejaba en éste. Ali retrocedió y se alejó rápidamente, él sabía que ese niño era él, pero, ¿por qué era un niño?. Sin mirar chocó con un hombre.
-Ali, pequeño, ten cuidado- dijo aquel. Asombrado el pequeño muchacho respondió.
-Padre - Se quedó sin palabras.
-Pareces asustado hijo- colocó una mano en el hombro del joven Ali y comenzaron a caminar hasta un árbol en donde se sentaron para hablar. -Te contaré una pequeña historia, dicen que en un lugar muy lejano, en donde sólo arena se encuentra, cuando una persona está perdida, un anciano se aparecerá en su ayuda, aunque sólo si su esperanza se ha ido por completo.-
Ali se quedó pensando en eso por varios minutos mientras su padre lo dejó bajo el árbol para no interrumpir en ello. El pequeño se acercó nuevamente al lago y vio que lentamente desaparecía y lo último que logró ver en éste fue su reflejo ya de adulto nuevamente y el de un viejo, el guerrero se dio vuelta para mirarlo, y decidió hablarle.
-Disculpe señor, ¿de dónde ha salido? ¿Quién es? ¿Cómo me ha encontrado? - El anciano rió y de su bolso tomó una extraña fruta, se la dio mientras Ali esperaba respuestas.
- Pronto lo sabrás, ahora debes de comer.- Al tomar la fruta, retrocedió algunos pasos, tenía dudas pero su estómago rugía de hambre, decidió morder la extraña fruta que le había regalado. Esta no se comparaba con nada de lo que hubiera probado en su vida, era justo lo que necesitaba para sentirse con fuerzas de vuelta y nuevamente retomar su viaje.
Cuando quiso agradecerle se dio cuenta que este había desaparecido dejando en su lugar el desconcierto y el asombro en Ali, sin embargo decidió seguir su camino. Pero esta vez, había algo a lo lejos, los ojos de Ali no lo podían creer, esos edificios, esas luces, era su querida Arabia, su hogar. Ali al instante se olvidó de todo y se puso a correr, quería llegar cuanto antes y luego de unos minutos que le parecieron eternos, Ali se encontraba en casa.

viernes, 10 de julio de 2015

cuento de imagenes Peque, Begueri, Monello, Goicoechea

El calabozo.

   Durante días caminó en el desierto sin poder explicar esta incesante contrariedad. El calor que tomó la armadura intensificó aún más su dolor, aunque también un frío gélido lo helaba por dentro. Sin poder explicarlo siguió adelante. No supo si era mejor estar moribundo en medio de la nada o seguir viviendo en Castilla, donde multitudes de gente se apretujaban todos los días frente a la Plaza Central, con ese repulsivo olor de mezcla de hierro y piel ya impregnado en la ropa. Expandiéndose por el aire. Sirviendo de advertencia santa.
   El dolor se debía a su pasado, a un sufrimiento de azotes y metales. Josse se mantuvo igual, lo hizo por él, por ambos, defendiendo su verdad. Sobreviviendo las noches de puro frio sin un alma que lo calentase en los desolados calabozos. Dejó un rastro de lágrimas reprimidas en el suelo muerto del desierto por si la muerte lo seguía. Y la sentía tan cerca.
   A lo lejos vio un resplandor. Se acercó tambaleando y cuando ya estuvo cerca pudo verlo. Bajo un peral muerto se encontraba un hombre que se presentó como Azrael. Sin mucha explicación sacó una pera de su bolsa y se la dio a josse. Un fruto digno del mismísimo rey, pensó. Lo último que había comido fue media carne a medio hacer de la prisión. La otra mitad se la dio a su compañero de celda que estaba mucho peor que él. Marco era de soportar más los castigos emocionales antes que los físicos, por eso cedió; luego de veinte latigazos, sus ojos azules dejaron de ver y su piel ya no brilló más. Reconoció ese brillo en aquella manzana y se comió su último recuerdo de él.

   Cuando se quiso dar cuenta ya no estaba caminando solo en el desierto, ahora lo arrastraban dos hombres vestidos de negro a través de un interminable pasillo mal alumbrado. Los pies se le doblaban y el olor era tan putrefacto que todas las fuerzas que tuvo las desperdició vomitando. Con brutalidad lo tiraron al patíbulo de Castilla. Para cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, se dio cuenta que todos lo estaban mirando con una sonrisa perversa escondida debajo de la santa cruz. Se le acercó otro hombre, este con la cara cubierta, en una mano el machete y en la otra su vida. Cerró los ojos. Se imaginó corriendo por los campos inmarcesibles de maíz, sobre su cabeza un cielo reluciente. Se le uniría a Marco en la carrera hacia la inmortalidad. Se reflejaría en sus ojos azules, y ninguno de los dos los cerraría más.

lunes, 6 de julio de 2015

Lo fantástico de leer a Cortázar

Tarea grupal:


  • Armar equipos de dos o tres integrantes.
  • A partir  de los cuentos leídos en clase, elaborar un mural que incluya texto, imágenes, música. El objetivo del mural es lograr una síntesis de las ideas trabajadas que consideren más relevantes: lo fantástico, la ambigüedad, la vacilación del lector, las voces, los personajes,,, Diseñar el muro a partir de la técnica del collage.
  • Utilizar alguno de estos recursos:

Publicar en el blog el 17 de julio.

Tarea individual:

  • Cortázar y yo: para esta actividad, vas a contar cómo fue/ es tu propia experiencia de leer a Cortázar y la vas a grabar usando el programa AUDACITY, que está  en las netbooks. Podés incluir la lectura de fragmentos de los relatos.Subir el archivo de voz al blog etiquetado "Cortázar y (aquí poné tu nombre y apellido). 
Publicar en el blog el 15 de julio.