domingo, 12 de julio de 2015

El viajero audaz.

El viajero audaz

Sentado en el patio de mi casa recuerdo que hace diez años atrás un día de mucho sol y calor como el de hoy, decidí abandonar mi ciudad para conocer nuevos lugares.
Partí camino al desierto sabiendo que al atravesarlo me encontraría con otra ciudad importante, que muchos caminantes me habían hablado de ella. Con la idea de explorar nuevos rumbos me encontré que el desierto abarcaba varios kilómetros y no tenía mucha experiencia caminando largas distancias. Decidí atravesar el páramo pero mi error fue no llevar ningún tipo de provisiones, solo un palo para ayudarme a caminar.
El perro se acercó a mi piernas y me dio un lenguetazo en la cara, tenia un olor inmundo, recordé que tenia que bañarlo. Lo aparté de mi lado y lo obligue a sentarse con una rígida señal de mi mano.
Estando a mitad del trayecto, bajo un sol abrazador que hacía que la arena quemara, mis fuerzas se fueron rápidamente, necesitaba tomar agua, ya no sabía que hacer, estaba lejos para regresar y me faltaba mucho para llegar a destino. Sin agua, sin comida, sin nadie a quién pedir ayuda, mi esperanza desaparecía, estaba confundido por lo difícil del camino y el exceso de calor.
Decidí descansar, en eso mis ojos vieron a una persona que al acercarse le pedí que me ayudara. Era un viejo que tenía un fruto en la mano, este me lo ofreció al ver que no llevaba nada para hidratarme y me dijo que iba a ser mi salvación, lo tomé de inmediato y lo comí , las semillas caían sobre la arena, le agradecí y continué con el viaje. De pronto comencé a sentirme mal, sentía que mi corazón latía rápido, la vista se me nublaba, estaba muy transpirado y a los pocos segundos me desmayé.
Tocaron el timbre, seguramente era mi suegra como todos los malditos domingos del año. Le grité a Rosa que fuera a abrirle pero nadie contestó. Me levante pesadamente con cara de pocos amigos en mi rostro, empapado en sudor y fui a su encuentro.
Gracias al cielo no era mi suegra, sino el canillita que tiró el diario y se fue. Me recosté en el sillón del salón pasando mi brazo por encima de los ojos.
Cuando desperté no podía creer lo que estaba viendo, muchos árboles frutales habían crecido por aquellas semillas que habían caído al piso y eso fue mi ayuda para continuar el camino. Traté de buscar al anciano para agradecerle lo que había hecho por mí, pero no lo encontré.
Logré llegar hasta la otra ciudad, a pesar de los problemas que había tenido.

Me levanté algo confundido pero con una sonrisa en mi rostro al recordar aquel viaje de rebeldía y reflexioné que me había servido de experiencia, que volvería a realizarlo pero en compañía y con todo lo necesario que requiere semejante travesía.

         
Integrantes: Germán Lecherbauer, Ivan Valerga, Tomas Moreira y Camila Robles.

1 comentario:

  1. Desconcierta un poco la aventura que vive este personaje ya que se juntan dos planos, el viaje por el desierto y la vida contemporánea, que resultan forzados y poco creíbles porque la lógica que los encadena es muy endeble.
    Muy bien manejado el flashback pero no introducen indicios como, también, pedía la consigna.
    Rever uso de tiempos verbales.
    Nota: 7

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