viernes, 10 de julio de 2015

cuento de imagenes Peque, Begueri, Monello, Goicoechea

El calabozo.

   Durante días caminó en el desierto sin poder explicar esta incesante contrariedad. El calor que tomó la armadura intensificó aún más su dolor, aunque también un frío gélido lo helaba por dentro. Sin poder explicarlo siguió adelante. No supo si era mejor estar moribundo en medio de la nada o seguir viviendo en Castilla, donde multitudes de gente se apretujaban todos los días frente a la Plaza Central, con ese repulsivo olor de mezcla de hierro y piel ya impregnado en la ropa. Expandiéndose por el aire. Sirviendo de advertencia santa.
   El dolor se debía a su pasado, a un sufrimiento de azotes y metales. Josse se mantuvo igual, lo hizo por él, por ambos, defendiendo su verdad. Sobreviviendo las noches de puro frio sin un alma que lo calentase en los desolados calabozos. Dejó un rastro de lágrimas reprimidas en el suelo muerto del desierto por si la muerte lo seguía. Y la sentía tan cerca.
   A lo lejos vio un resplandor. Se acercó tambaleando y cuando ya estuvo cerca pudo verlo. Bajo un peral muerto se encontraba un hombre que se presentó como Azrael. Sin mucha explicación sacó una pera de su bolsa y se la dio a josse. Un fruto digno del mismísimo rey, pensó. Lo último que había comido fue media carne a medio hacer de la prisión. La otra mitad se la dio a su compañero de celda que estaba mucho peor que él. Marco era de soportar más los castigos emocionales antes que los físicos, por eso cedió; luego de veinte latigazos, sus ojos azules dejaron de ver y su piel ya no brilló más. Reconoció ese brillo en aquella manzana y se comió su último recuerdo de él.

   Cuando se quiso dar cuenta ya no estaba caminando solo en el desierto, ahora lo arrastraban dos hombres vestidos de negro a través de un interminable pasillo mal alumbrado. Los pies se le doblaban y el olor era tan putrefacto que todas las fuerzas que tuvo las desperdició vomitando. Con brutalidad lo tiraron al patíbulo de Castilla. Para cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, se dio cuenta que todos lo estaban mirando con una sonrisa perversa escondida debajo de la santa cruz. Se le acercó otro hombre, este con la cara cubierta, en una mano el machete y en la otra su vida. Cerró los ojos. Se imaginó corriendo por los campos inmarcesibles de maíz, sobre su cabeza un cielo reluciente. Se le uniría a Marco en la carrera hacia la inmortalidad. Se reflejaría en sus ojos azules, y ninguno de los dos los cerraría más.

2 comentarios:

  1. http://curiosidades.batanga.com/4242/las-10-peores-maquinas-de-tortura-de-la-edad-media
    Buscar "la pera" o "la pera de la angustia"
    Catalina

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  2. La idea es interesante, con pasajes sensibles y muy bien escritos, que contrastan con otros trabados en la expresión. Rever estructura de algunas oraciones y algunos términos mal usados, como " inmarcesibles" y "patíbulo".
    Introducen muy bien los indicios, sin embargo, no es claro el manejo del tiempo. El flashback debe usarse en un ir y venir que interrumpe y regresa al presente, pero no logran más que un recuerdo o racconto.
    Las felicito porque encontraron los modos de narrar y provocar un efecto estético.
    Nota: 8

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