Soy Cecilio Irizar, proveniente de Cádiz, llegado a la Argentina en el año 1936 escapando de la guerra civil, abandonando a mi familia y con la esperanza de una nueva vida. Soy Itatí, mujer indígena de origen Guaraní, nativa del noreste de Argentina, me maltrataron, basurearon y violaron durante toda mi vida. Soy Leopoldo Marcenaro, vengo de la ciudad de Siena, mis padres me trajeron a la Argentina para escapar los horrores que acechaban nuestra Italia natal. Soy Joao, proveniente de Luanda, me arrebataron de mis tierras para llevarme a América y allí servir como esclavo.
Soy todo eso y aún más. Porque en mis venas no solo corre la sangre de algún indígena, de uno que otro europeo o de algún africano; por mi sangre corren sus historias de vida, sus esperanzas, sus frustraciones, sus deseos, sus penas.
Porque la construcción de nuestro futuro se edificó sobre el dolor de nuestros antepasados. Imaginemos un segundo, ¿podríamos dejar todo atrás de un día para el otro y cruzar el océano para empezar una nueva vida como Cecilio o como Leopoldo? ¿Podríamos soportar ser separados de nuestros seres queridos y arrastrados a la fuerza dentro de la bodega de un barco como Joao? ¿Podríamos soportar la humillación del maltrato cotidiano como Itatí? ¿Quien sabe? Ellos lo hicieron…….
Somos herederos de ese sufrimiento, somos hijos de esas desventuras y por eso estamos obligados a reconocernos el uno con el otro, a mirarnos sin prejuicios, y a ver en el prójimo a un hermano que lleva sangre de nuestra sangre.
Impresionante, me dejo pensando en muchas cosas. Julián
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