viernes, 29 de mayo de 2015

Entre la adaptación y la creación. Leandro Corvalán Salguero



Establezcamos ante todo una consideración general acerca de las adaptaciones fílmicas de obras literarias: “La adaptación no tiene que ser una copia de lo escrito, sino que puede ser, o mejor dicho debe ser: una obra independiente.” Con una base literaria, el libro, desde luego, pero sin dejar de ser una obra independiente.
En mi opinión, en la adaptación de una obra literaria al cine, como el caso de El lector, las expectativas de ésta son muy altas por parte de los espectadores que conocen la obra, y esto implica que la hayan interpretado con su propia imaginación.
En la transposición de El lector, un elemento que la diferencia notoriamente es en la forma de transmitir los sentimientos.
Esta diferencia se origina en el hecho de que el argumento literario es transmitido por medio del uso de palabras, y en cambio el cinematográfico es de imagen y sonido. Por ende, la transposición del lenguaje literario al fílmico es compleja ya que para poder reconocer detalles como sentimientos de los personajes se necesita de un espectador que haga una observación de encuadres, luces, sombras y sonidos, algo que en la literatura se simplifica por el motivo de que se pueden crear diferentes imágenes de cada personaje con el uso del lenguaje escrito.
Otro punto interesante de analizar, es quien narra en la película.
En el libro de El lector, el narrador es fácilmente identificable, este es Michael quien narra en primera persona. Sin embargo, en el filme, no es posible identificar al narrador en un principio, debido a que para eso se necesita analizar los encuadres, distintas escenas y el punto de vista de la imagen.
A mi criterio para poder disfrutar de la obra cinematográfica tanto como en la literaria, es necesaria una buena observación de todo el montaje.

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