jueves, 14 de mayo de 2015

Trabajo Individual de Sofía Goicoechea

The lady of the ibis | Daria Petrilli
Coherencia de la mujer sin lágrimas.
Ella tenía una naturalidad en la seducción tan elegante, misteriosa, indiferente no poseía una belleza inigualable si no que tenía ese saber del encanto. Su nombre era Ludovica estudio leyes, pero al casarse no ejercicio la profesión.
Así fue cuando a los tardíos veintiuno se casó con un Carlos, dueño de una bodeguera muy exitosa. Parecía una pareja feliz, o por lo menos así aparentaban ambos.
La primera tragedia surgió, Guillermo padre de Ludovica había sido asesinado, había sido tan dolorosa parecía de un alma vengativa, descuartizado, órgano por órgano. A las  6pm de la tarde pocos días después de la boda. La madre de ella desconsolada al igual que sus hermanos, todos lo recordaban como un buen hombre. Estela, una amiga íntima de Ludovica, le obsequio un flamenco deseándole el más sincero pésame.
Seis meses transcurrieron y el matrimonio se veía tan feliz, Carlos tenía el deseo de ser padre de inmediato, eran felices. Hasta que Carlos murió en junio por una intoxicación. Su amiga al recordar lo feliz que le había hecho a su amiga ese bello flamenco, le obsequio otro el día del entierro de su marido.  
A su corta edad de 24 años ya viuda y aun joven, supero rápidamente la muerte de su marido y se volvió a enamorar, se conocieron en un viaje a parís, ya  era dueña de una gran fortuna heredada por su infortunio. Él se llamaba Gregorio era un importante comerciante y este era su segundo matrimonio también. Pero parecía que las tragedias en la vida de Ludovica no dejaban de ocurrir y así fue como el primo de esta murió trágicamente, destripado con un cuchillo de carnicero, desangrado como a un cerdo. Y así el regalo de los flamencos de estela se convirtió en un simbolo y cada muerte que ocurría su amiga le obsequiaba uno. Pero a Ludovica no se la veía sufrir. Es más se la veía tan alegre con su amiga, que se encargaba de hacerle olvidar los malos tiempos vividos.
Y repetitivamente volvió a pasar Gregorio con el que ya había estado cuatro años murió estúpidamente por un accidente con el auto. Y así Ludovica, dueña de una gran fortuna y el regalo de su amiga no faltaba.
Ludovica se casó dos veces más, ella además de la juventud que de a muy poco se le iba pasando no perdía ese don que tenía con los hombres y por ello volvió a conquistar a dos hombres ricos que increíblemente también fallecieron. El último fue un juez y fue el que más convivio junto a ella hasta la edad de cuarenta años.
Decidió darle fin a su búsqueda de hombres y se fue a vivir a una enorme casa junto Estela quien siempre la acompañaba. Con tanto dinero por gastar  viajaron y Ludovica en forma de agradecimiento compartia su fortuna con su amiga.
Vivió junto a ella hasta su muerte, y lo que le resto de vida se la vio muy feliz y alegre, parecía como si nunca hubiera pasado nada. Vivió con tanto lujo y clase que casi no dejo herencia, lo gasto todo en ella y en su amiga aunque parezca increíble.
Ludovica era mi tía a la cual no conocí mucho, nació en Francia alrededor de los años 30. Uno de los pocos recuerdos que tengo de mi tía es de ella en su extenso y excéntrico jardín junto a sus flamencos y la tía Estela.
Hace muchos años encontré la razón, hurgando en el papeleo de la casa de mi ya fallecida tía, buscando los papeles de la casa para dividirnos la poca herencia que quedaba, encontré una agenda:
“Tengo que ser justa conmigo misma y hacer sufrir a los que te hirieron en tu pasado. Al padre que nunca me quiso y nunca voy a olvidar esa noche que me golpeo y me dejo hospitalizada por el simple hecho de decir la verdad, que yo era homosexual. A mi primo que me violo a los 6 años de edad arrebatándome la infancia de un tirón y dejando en mis secuelas de miedo que aún no puedo quitar. Odio a todo hombre, y todo hombre que quiera tocarme o siquiera mirarme no le tendré piedad ya que ellos son seres sin alma. Seis años, seis muertes, seis flamencos color sangre para calmar el dolor.

Me puedo mantener en pie gracias a mi hermosa amante Estela, que siempre me ha apoyado en todo y casi una vida hemos compartido una junto a la otra. Ella se merece todo, es la que me calma en los ataques de pánico y la que me cuida a las noches, simplemente agradecida de tenerla. Quiero vivir solo para hacerla feliz. La amo.”

1 comentario:

  1. Sofía: la idea es ingeniosa y podría ser un muy buen relato si le dedicás tiempo tanto a la historia como al discurso. No resulta verosímil el cambio de tercera a primera persona de la voz narradora; la focalización externa pasa a interna sin que se justifique cómo sabe el narrador personaje lo ya dicho. Tampoco es creíble que Ludovica no levante siquiera sospechas con tantas muertes vinculadas estrechamente a ella y cómo reacciona con cada una.
    No funcionan afirmaciones como " a los tardíos veintiuno se casó" o "había sido tan dolorosa parecía de un alma vengativa, descuartizado, órgano por órgano" o "“Tengo que ser justa conmigo misma y hacer sufrir a los que te hirieron en tu pasado"; prácticamente no se entiende a qué se refieren.
    Rever coherencia y cohesión; en especial, puntuación, concordancia, construcción de oraciones, tiempos verbales: vocabulario escaso y repetitivo, términos mal usados.
    Nota: 5

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