El
enigma estaba planteado.
La
pregunta estaba suspendida en el aire como la espada del verdugo antes del
descenso fatal. Natasha había pasado los últimos siete años en tierra hostil.
Ejercitando la paciencia. Ascendiendo lentamente en el ministerio de defensa
del gobierno del enemigo. Ganándose poco a poco la confianza de los líderes del
antiguo adversario a fuerza de trabajar eficientemente para el odiado
antagonista.
Y en
esos años la tensión se había agudizado, la rivalidad se había transformado en
discordia y esta había devenido en hostilidad. Y finalmente la guerra había
comenzado. Y fue casi como un deseado alivio para ambos bandos.
Para Natasha
la guerra levantó un muro más alto que la separaba de su hogar. Pero al menos
seguía abierta la línea de comunicación que le permitía transmitir secretos
militares a su patria y recibir información secreta de su país. Y era una
larguísima partida de ajedrez en la que ella progresaba con los muchos gambitos
en los que concedía numerosas pequeñas derrotas de su pueblo para ganar la
confianza de los dirigentes enemigos, a cambio de poder obtener datos cada vez
más importantes para orientar a los suyos a la victoria en las grandes batallas
decisivas.
Y ahora
era inminente el encuentro crucial, el que decidiría la suerte de la guerra, un
pie sobre la tierra para el vencedor y los dos pies bajo la tierra para los
vencidos.
De
ambos lados se percibía la trascendencia de la próxima batalla. Los datos eran
cada vez más reservados, las filtraciones desaparecían, la seguridad era cada
vez más cuidadosa, y Natasha sentía que caminaba a ciegas. A ningún ministro se
le escapaba una palabra de más, ningún general hacía una seña, ni levantaba una
ceja ni mucho menos guiñaba un ojo. Mientras tanto su contacto, el agente que
pasaba sus informes hacia el otro lado de la frontera le reclamaba un detalle,
una advertencia, un indicio firme, que les permitiera saber dónde y cuándo
exactamente iba a realizar la ofensiva el bando adversario. Algo que permitiera
anticipar el movimiento decisivo, señalar su punto más débil, contrarrestarlo,
realizar un contraataque irrebatible.
Tuvo
que recurrir a fuentes dudosas, buscar datos confidenciales, tratar de
interpretar indicios casi imperceptibles, tantear cajones cerrados, descifrar
susurros, espiar por los ojos de las cerraduras. El tiempo apremiaba cada vez
más pero Natasha no conseguía completar el rompecabezas, resolver el acertijo,
contestar la pregunta de la esfinge: ¿El avance enemigo sería de blindados a
través del páramo o aerotransportado sobre la capital? No había otras opciones
verosímiles y el adversario estaba en condiciones de decidirse por una
cualquiera de las dos acciones en cualquier momento.
Hasta
que repentinamente se hizo la luz. La solución le llegó como un destello
cegador, tan clara y evidente que no podía comprender cómo no la había visto
antes. Ella sabía que su amante, miembro del estado mayor enemigo llegaría en una
hora. Era suficiente. Encendió su equipo de transmisión. Le informó a su
contacto que, sin lugar a dudas, la ofensiva sería aerotransportada sobre la
capital. Tomó entre sus dedos la diminuta píldora que le proporcionaría al
tomarla un fulminante colapso coronario, indistinguible de un ataque cardíaco,
un misericordioso escape si era desenmascarada. Abrió su caja fuerte, destruyó
todos los papeles excepto los que reseñaban las defensas anti-aereas de la
capital, cuyo poderío disminuyó considerablemente reduciendo a la mitad todos
los datos de equipamiento, calibre y poder de fuego.
Tomó
entre sus dedos la diminuta píldora. La libertad, la victoria y la muerte
estaban al alcance de la mano. Inspiró profundamente y tragó la semilla de la
muerte. El enigma estaba planteado.

Leandro: una idea sencilla, una historia con algún hilo suelto y un excelente manejo del discurso.
ResponderEliminarNo resulta creíble que transmita información tan vital sin prever que será interceptada y llevará al cambio de planes de sus enemigos; ¿por qué está tan segura de haber actuado con garantía de triunfo para los suyos? ¿Enigma o dilema? ¿Cuál es el enigma que se replantea en el final?
En la narración hay pasajes conmovedores e imágenes bellas muy bien transmitidas por la perspectiva y el tono de voz del narrador. Entendiste muy bien la idea de la intencionalidad estética que busca impactar en la sensibilidad del lector.
Rever párrafos.
¡Muy buen trabajo!
Nota: 8