viernes, 15 de mayo de 2015

Trabajo Individual de Ayelen Leon Dieguez



EL ANHELO
Se llamaba Melina y tenía 91 años, vivía en un pequeño pueblo desconocido al lado de esa gran torre, donde en lo más alto existía una bella flor rosa. Todas las tardes, antes de que se ponga el sol, la anciana subía esos millones de escalones y la regaba, nadie entendía porque y con qué animo lo hacía, lo cierto es que allí se escondía un deseo. Muchos decían que la soledad la llevo a la locura y otros que la culpa por la muerte de su esposo, el jardinero, había aparecido. ¿Quién diría que esa pobre y delicada anciana podría haber causado la muerte de todos los niños en el pueblo?
Todo comenzó cuando ella tenía 23 años, una muchacha alta, flaca con una cara angelical, que estaba casada con un jardinero humilde. Eran una feliz pareja pero tenían un problema: no podían tener hijos. Para la muchacha no había nada más lindo que ser madre. Cinco años intentaron, nunca llegó y las peleas empezaron. Ella lo culpaba al hombre de aquel problema, lo maltrataba, insultaba, ya no lo quería. El no poder tener hijos la trastornó y cansada de tantos intentos y discusiones, una noche oscura Melina lo asesinó. No estaba ni horrorizada ni arrepentida, se sentía más tranquila como si se hubiese sacado un peso de encima. De repente inició una lluvia torrencial  y un rayo cayó en lo alto de la torre, el estruendo fue tan fuerte que la mujer asustada se acercó a la ventana y vio algo extraño que florecía en la cima. No le dio importancia y se fue a dormir.
A la mañana siguiente se había levantado algo alterada pues comenzó a acordarse de su sueño en el cual se veía a su esposo plantando una flor negra y recordó la aparición de algo extraño en la torre, entonces fue a investigar. Subió  escalón por escalón y cansada llegó, allí vivía la flor negra de su sueño. Estaba asombrada, nunca había visto un brote de ese color, símbolo de la tristeza, maldad y muerte. Volvió a su casa.
Pasaron tres años, los niños en aquel pueblo ya no existían, todos estaban muertos. Melina con tanta soledad junta no pudo evitar enloquecer y no creía justo que todos tengan hijos menos ella, así que una tarde busco los pocos chicos del pueblo, los llevó a su casa y los envenenó. Una vez muertas todas esas almas inocentes, los quemó, nadie vio tal crimen. Las familias estaban destrozadas, necesitaban justicia, investigaron y llegaron a la conclusión de que el culpable era un pobre viejo solitario que hace poco había comenzado a vivir allí y que era muy conocido porque en sus años de juventud  solía envenenar a los niños que se portaban mal.
Esa misma noche, Melina soñó con aquella flor negra que estaba siendo regada por su esposo y que con el tiempo veía nacer a un hijo, esa fue la segunda y última vez que se presentó el recuerdo  del jardinero pero eso no le causaba ninguna reacción.  Exaltada se despertó, creyó que si le daba vida a la flor podría cumplir su deseo, entonces empezó a mojar al capullo mágico. Pasaron sesenta años y la mujer ya anciana seguía con ese rito pero ya no era negra sino rosa, símbolo de la ausencia de maldad y del cariño hacia alguien, junto ese tallo de un verde extraordinario que representaba la esperanza de ser madre. A la tarde de regreso a su casa, cuando la flor se transformó, Melina murió.   

1 comentario:

  1. Ayelén: Si bien esta instancia pone punto final a la actividad, no lo hace con el trabajo de reescritura sobre el texto, ya que, si querés, hay mucho todavía que puede mejorar. Ojalá tengas las ganas y el entusiasmo, porque a escribir se aprende escribiendo.
    La idea que tomás como punto de partida resulta atractiva; sin embargo, predomina el decir sobre el narrar, puesto que no conseguís dar con los recursos adecuados para contarla y quedan muchos hilos sueltos. Resulta inverosímil que nadie impida, intervenga o rechace el accionar de Melina. También confunde mucho el orden en que se presenta la información; anticipaciones que resultan innecesarias, quitan tensión y vuelven predecibles los hechos.
    Repensar qué hace que el "cómo" se cuenta sea tan importante como la historia contada.
    Rever coherencia y cohesión: numerosos errores en construcción de oraciones, tiempos verbales, puntuación, párrafos, vocabulario (términos mal usados), ortografía.
    Nota: 5

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