viernes, 15 de mayo de 2015

Trabajo Individual de Juliana Gramon Vidal



Vuelo nocturno
Esa noche no era como otras. Me encontraba volviendo del trabajo, caminando por las calles heladas y oscuras de la ciudad, con solo la luz de unos pocos faroles, escuchando solamente el sonido de mis propios pasos, cuando me doy cuenta que no era así el caso. Podía identificar que el sonido que hacía el zapato solamente lo podía hacer alguno con taco, y yo estaba usando zapatillas. Inmediatamente empecé a acelerar el paso y a buscar con la mirada para ver donde se encontraba, los pasos  se empezaron a escuchar más fuerte,  podía sentir que cada vez estaba más cerca. Pero algo me llamó la atención, un búho marrón voló frente a mí. Tan extrañada quedé que sin darme cuenta choqué contra algo. Fue tan brusco el golpe que perdí el equilibrio y caí, la cabeza me daba vueltas, pero igual podía notar una sombra que se había volteado para ver que le había golpeado. Cuando comencé a entrar en razón pude notar que llevaba botas de montar, al momento que descubrí eso levanté la cabeza y le miré a los ojos. Era un hombre. Lo más raro de todo era lo que usaba, parecía sacado de un cuadro del siglo XIX, con su chaleco negro, el saco largo hasta las rodillas y su galera que combinaba perfectamente con el pañuelo que rodeaba su cuello, aunque lo que más me llamaba la atención eran sus grandes ojos verdes que mostraban tanta calidez y cariño. Inmediatamente el hombre al ver que me encontraba en el piso me ayudo a levantarme.
-¿Estás bien? Tenes que ver bien por dónde caminas, podría haber sido peor.
Esta generación. –dijo el hombre murmurando.
-Sí, gracias, estoy bien. Perdón por haberle golpeado así, es que me desconcentre con el búho que se fue para allá –contesté señalando para dónde se había ido el ave. Pero este ya no se encontraba en ninguna parte.
-¿Búhos, en la ciudad? Creo que te lo has imaginado.
-¡No! Lo juro, pasó volando delante de mí y por eso choqué contra usted.
Pero no importa, lo siento otra vez. –me disculpé saludándolo con la mano.
-Adiós, tenga cuidado al caminar. Nos veremos.
Después del accidental encuentro continué caminando hacia mi casa, pero no podía olvidar al hombre, con ropa tan extraña, mientras pensaba esto mire de reojo hacia atrás, pero este ya no se encontraba allí. Al darme cuenta de esto di media vuelta y comprobé que ya no había rastros del hombre.
Al día siguiente me encontraba en la oficina hablando con una compañera sobre lo sucedido.
-Suena un poco irreal lo que me decís, ¿búhos? ¿Hombres vestidos como en el siglo XIX?
-¡Pero es verdad!
Con estas últimas palabras ella respondió con una mueca y se fue. Tendría razón, pensé, estaba muy cansada, habíamos trabajado muy duro ese día, cuando puse la cabeza en la almohada mis ojos se cerraron inmediatamente.
Sin embargo esa noche volví a salir tarde del trabajo, caminé por el mismo recorrido y una vez más se encontraba el búho de la noche anterior volando, lo único diferente que tenía esta vez era que no estaba solo, tan solo unos segundo después apareció otro búho. Los 2 se apoyaron en el primer banco que encontraron, esta vez decidí observarlos con más atención, me aseguraría de que eran reales. Cuando me senté junto a ellos, estos se encontraban acurrucados, hasta que el que se apareció esa noche se acercó a mí y me miro fijo, pude notar que era muy diferente, era blanco con solo una mancha negra en el pecho y unos ojos verdes que me miraban de una forma que sentía que ya los conocía. Después de un rato este se fue volando y me quede sola con el marrón de la primera noche.
-¿Así que vos y el otro búho son pareja?
-¿Ahora hablas con búhos? –preguntó una voz detrás de mí. Cuando me di vuelta vi que era el hombre de la noche anterior.
-Eso pareciera ¿no? –contesté riendo.
-Bueno las dejos solas.
Luego de que se despidió, el búho marrón ululó y emprendió vuelo. Voló hacia donde se encontraba el hombre y este la recibió con su mano, dejándola que se apoyase en su muñeca y siguió caminando con el búho bien juntitos hasta que los perdí de vista.
-La descripción que haces del hombre y los búhos me suena. A ver. –dijo
Fernando, mi amigo de la infancia, mientras se fijaba algo en la computadora-
Tenía razón, mira, es como en la leyenda, se trata de una mujer que tenía una fascinación por los búhos, todas las noches salía de paseo con su esposo para admirar la majestuosidad de estas criaturas. Pero un día la mujer cayo muy enferma y después de poco tiempo murió. Entonces su esposo destrozado por lo ocurrido, prometió que el día que el falleciera los dos reencarnarían en dos búhos y continuarían su caminata nocturna juntos para siempre. Y todavía se dice que durante las noches hay dos búhos que siempre vuelan juntos por el mismo sendero.

Cuento de: Juliana Gramon Vidal.
Cuadro de: Daniel Merriam.

1 comentario:

  1. Juliana: termino de leer y tu cuento me deja una sensación de desconcierto. La vuelta de tuerca que introducís con la historia de los esposos-búhos resulta inverosímil y deja en suspenso al caballero con que, también, se encuentra la narradora: ¿cómo una promesa sería suficiente para reencarnar en lo que se quiera?; ¿además de adoptar la forma del ave, puede volverse humano?; si así fuera, por qué no la esposa?
    La idea es atractiva y merece ser trabajada para llegar a un producto excelente. No pierdas de vista qué recursos te sería útiles en la tarea.
    Rever algún error de concordancia, construcción de párrafos, algunos tiempos verbales y ortografía.
    Nota: 7

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