
Secret Label, Shiori Matsumoto
Owen y la niña sirena
En la ciudad de Manchester
vivía Owen, un hombre de cuarenta y cinco años, capitán de navío.
Un día se levantó de mal humor
porque le molestaba tener que limpiar el altillo. No le gustaba tirar las cosas
viejas, ya que siempre le traían recuerdos.
Desayunó temprano para
terminar lo antes posible con esa tarea. Corrió muebles y con rapidez barrió el
piso de madera que se encontraba lleno de polvo. En ese
momento bajó la mirada y vio que estaba en un rincón
el baúl oxidado que tenía su nombre y
decidió sentarse sobre el.
Recorrió todo el ambiente con
la vista. Sus ojos se posaron sobre una caja de madera lustrosa. Con un
movimiento rápido pasó la mano sobre ella mientras le soplaba el polvillo. La
abrió con cuidado y empezó a sacar los objetos que tenía adentro. Los
inspeccionó uno por uno. Así sacó caracoles, una estrella de mar, soldaditos de
juguete, recortes de diarios, postales de viajes, entradas de partidos de
fútbol, cartas y muchas cosas que para los demás eran basura pero que tenían
mucho significado para él.
De ese modo llegó hasta el
álbum de fotografías que estaba oculto en el fondo. Ansioso, se apresuró a
abrirlo, encontró fotos de su paso por la guerra, por esto había sido condecorado
con medallas y diplomas varias veces por
su valentía y honor hacia la Patria.
De pronto se desprendió del
álbum una foto. Era una imagen que le traía lindos recuerdos, esta mostraba a
una niña sirena junto a cajas de objetos marinos con un caracol en cada oreja
escuchando el ruido que hacen las olas, en su habitación.
Owen de niño había conseguido
la máxima distinción como BoyScout y le fue fácil continuar su educación en la
Academia Naval.
Fue seleccionado como
tripulante de una gran nave que navegaba
por los océanos más peligrosos.
Durante uno de sus viajes, los
marineros tiraron las redes al mar y al tratar de levantarlas, una se resistía.
Cuando se asomaron para averiguar que era lo que pasaba, notaron que una
sirenita estaba atrapada. Ella les rogó que la liberaran, pero se negaron a
pesar de su insistencia. Owen se apiadó de ella y accedió a cortar la red para
que se escapara.
Esto hizo que tanto sus
superiores como sus compañeros lo sancionaran. Sabía que había hecho lo correcto, y no le importó que lo
castigaran dejándolo solo en la cubierta.
Estaba anocheciendo cuando el barco
hizo un cortocircuito y dejó de funcionar la luz y la radio. Todos se
desesperaron porque nunca les había pasado esto y no sabían cómo salir de
esa situación.
En medio del caos reapareció
la sirena y le dijo a Owen -"Síganme". Confiaron en ella y los guió
hasta un lugar seguro que los puso a salvo.
Era una isla, donde había
muchos árboles y pocas casas con bastante distancia una de otra. Se
sorprendieron al llegar porque desconocían la existencia de ese lugar del
océano, ya que no figuraba en el mapa, pero eso no fue todo, allí vivían solo
sirenas. Todos los tripulantes del barco le agradecieron su ayuda y pasaron la
noche en la isla arreglando el barco.
La niña sirena invitó a Owen a
su casa y le agradeció haberla salvado de las redes, lo invitó a comer y a tomar algo caliente. Le mostró su habitación que era
amplia, sobre el piso de madera tenía una alfombra floreada, las paredes
pintadas de verde claro, una cortina de color violeta con lucecitas blancas que
colgaban de ella, la cama era una bañera antigua cubierta de agua y una cómoda
con varios cajones.
Owen le preguntó su nombre, a
lo que respondió Zoe. Ella se dirigió hacia la cómoda sacó unos cajones, los
apoyó sobre la alfombra y dentro de ellos tenía caracoles, estrellas de mar y
cartas. Arrodillada sobre la alfombra se puso a oír los caracoles y él le sacó
una foto para tener como recuerdo.
Zoe le pidió que hable con la
tripulación para que ninguno cuente sobre la existencia de la isla, a pesar de
que solo allí se podía llegar con la ayuda de una sirena.
Al otro día, una vez arreglado
el barco, Zoe los guió hacia el lugar donde habían tenido el desperfecto para
que continuaran el viaje de regreso. Los tripulantes de la nave se
comprometieron a no revelar el secreto.
Pasaron muchos años y ese
recuerdo seguía intacto. Miró una vez más la fotografía, la colocó en su
lugar y con una sonrisa cerró el álbum, lo acomodó en la caja y lentamente
ordenó todo tal como lo había encontrado.
Iván: si bien elaborás un texto bien hilvanado, en el que las acciones se encadenan lógicamente, no lográs construir de manera creíble el personaje de la sirena que vive fuera del agua, aunque duerma en una bañera. Los hechos suceden y se resuelven con una facilidad que tampoco resulta verosímil. Además, no lográs dar con el tono narrativo y predomina el decir. Por esto, no logra conmover ni involucrar afectivamente al lector.
ResponderEliminarCreo que el personaje del marino debería ser un anciano. Un capitán de 45 años estaría si no, en el mar, fuera de su casa y no limpiando el altillo.
Rever puntuación, verbos, vocabulario.
Nota: 7