viernes, 15 de mayo de 2015

Trabajo individual Valentina Antuñano

Existencia

Vera nunca logro habituarse a la existencia del mundo, sobre todo a la de ella. Sentía que la realidad era irreal, que las palabras eran solo sonidos desprovistos de sentidos, que las casas, el cielo, no eran más que fachadas de la nada. Que las personas se movían automáticamente, sin motivo. Y que todo, ella incluso, estaba amenazado por un derrumbe inminente, silencioso, en un abismo, mas allá del día y de la noche. Estas ideas y sensaciones se intensificaban, y cada vez más se aposentaban en la cabeza de Vera.
Vera tenia un inmenso mundo interior, pero, aunque quisiera, muchas veces se le hacía imposible poder abrirse y contar lo que pensaba, pasarlo a solo palabras era demasiado complejo para ella, eso la desesperaba.
Cuando estaba con sus amigos o su familia, sentía que no estaba realmente, se sentía como una observadora, sus constantes pensamientos, ya vueltos involuntarios, no la dejaban conectarse con ellos ni con el mundo exterior. Sentía que todo parecía valorizarse.
No paraba de cuestionarse sobre la existencia y el significado del mundo y de todo lo que veía, hasta incluso de lo que no, porque no todo lo que existe es posible verlo con los ojos. Quería encontrarle un significado a la existencia. Le desesperaba no saber cómo, por que y para que estaba en este mundo. Pero tampoco creía en ninguna religión que la dejase un poco más tranquila.
Comenzaba a sentir que estaba viviendo en dos mundos paralelos. No podía controlar su cabeza, no dejaba de preguntarse y tratar de contestarse. Estaba entrando en una sensación cada vez mayor de vacío. En la cual estaba perdida en un mundo vacío y sin sentido, en el que se sentía “arrojada”.
Vera tenia 17 años y vivía en Buenos Aires, Capital Federal.
Esta manipulación de su propia mente sobre ella, no la dejaba vivir su vida cotidiana. Era insoportable, quería estar en paz, pero no podía, su cabeza seguía cuestionándose y cuestionándose.
Entonces decidió irse, creía que estando un tiempo sola podría controlar lo que le estaba pasando. Se fue a la casa de su tía, Claudia, que vivía en un campo en Córdoba. No tenían mucha relación, pero Vera necesitaba irse lejos.
Irse a un lugar tan silencioso al final no la ayudo como ella creía, sino todo lo contrario, sus pensamientos los escuchaba cada vez mas fuerte, eran como una voz interior que le comía la cabeza. Se estaba volviendo loca, no soportaba mas vivir así.
Así que una fría mañana se levanto, fue a la cocina, y desde la ventana vio un tronco con una hacha clavada, se quedo inmóvil mirándola fijo y fue directamente hacia ella. La saco del tronco y se la traspaso por el cuello.
No hubo ni una gota de sangre, parecía que su cuerpo y su cabeza ya estaban separados.           
Vera se corto la cabeza con la ilusión tener paz, silencio, de no sentir esa sensación desagradable de vacío, de desesperación por no entender la existencia y su significado. Pero lamentable no pudo lograr lo que quería. Ella ya no era un cuerpo humano entero, sino una cabeza. Su cabeza y su mente seguían viviendo.






1 comentario:

  1. Valentina: construís un texto claro y bien escrito, que, sin embargo, se desluce con un desenlace que resulta inverosímil: imposible volver el hacha sobre el propio cuello. Además, no construís una nueva lógica que le permita al lector aceptar con naturalidad la ruptura con lo racional que supone que, aun decapitada, siga viva.
    "Sentía que todo parecía valorizarse": esta oración resulta incomprensible.
    Rever uso de alguna preposición y construcción de párrafos.
    Nota: 7

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